miércoles, 14 de enero de 2009

MATEO MANAURE (1926, URACOA, VENEZUELA)

Pintor. Inicia su formación artística en 1941 en el Taller de Pedro Ángel González, de quien aprenderá técnicas gráficas y será asistente, y en la Escuela de Artes Plásticas y Artes Aplicadas de Caracas, de la cual egresa en 1946. Desde sus primeros años de estudio participa en el Salón Oficial Anual de Arte Venezolano del Museo de Bellas Artes (MBA) y en el Salón Arturo Michelena (Ateneo de Valencia).
En 1947 obtiene el Premio Nacional de Artes Plásticas con sus obras Bodegón, Desnudo y Paisaje, expone con Pascual Navarro en el MBA y viaja a París, donde realiza Escuchando al Idiota (1949, FGAN). Para el libro de edición limitada de Oswaldo Trejo, realiza 1 carboncillo y 5 litografías. Al año siguiente regresa a Caracas y junto con otros artistas funda el Taller Libre de Arte. Retorna a la capital francesa, forma parte del grupo Los Disidentes en 1950 y participa en el V Salón Les Realités Nouvelles. Nuevamente en Caracas funda en 1952, junto a Carlos González Bogen, la Galería Cuatro Muros, donde organizan la Primera Exposición Internacional de Arte Abstracto en el país. Asimismo, participa activamente en el proyecto de Síntesis de las Artes Mayores, junto al arquitecto Carlos Raúl Villanueva, en la supervisión de las obras de arte para la Ciudad Universitaria de Caracas, así como con 26 obras de su propia creación, entre murales, policromías, vitrales y mobiliario arquitectónico. Por ello, participa también en las policromías para las Urbanizaciones 23 de Enero y Simón Rodríguez. Realiza trabajos para el hall del Teatro París y para la Maternidad Concepción Palacios, entre otros.
Desde 1953 despliega un particular interés por el diseño gráfico del cual llega a ser uno de los pioneros en nuestro país; se interesa por la diagramación e ilustración de revistas, afiches y libros entre los cuales destacarán El Tirano Aguirre (1979) de Vicente Gerbasi y Resguardo Descampado (1979) de Alfredo Silva Estrada. En el campo de las artes gráficas incursiona con una nueva técnica para la litografía conocida como "impresos simultáneos" (1976) que consiste en el color aplicado al entintado de la prensa permitiendo mantener la armonía en varios tonos. Manaure participa en la fundación del Grupo Sardio, se dedica a la pintura y a la docencia, así como al periodismo de opinión en el diario El Nacional.
En 1984 es designado Presidente de la Asociación Venezolana de Artistas Plásticos (AVAP). A partir de esta década, experimenta en el campo del cine y realiza algunos cortometrajes como Misterio de Amor, Trans e Inocencia Mortal. En cuanto a su producción plástica, Manaure elabora una obra que evoluciona de manera alternativa entre dos corrientes disímiles: la Figuración y la Abstracción. En sus inicios presenta motivos tradicionales propios a los primeros años de formación artística: desnudos, paisajes y naturalezas muertas, caracterizados por un fuerte carácter expresionista.
Entre 1948 y 1952 se aprecia una etapa de estilo surrealista, señalada por el crítico Juan Calzadilla como "la transición del figurativismo de los años de Caracas a un mundo de formas inorgánicas, embrionarias, infusas en espacios ambiguos, en cuyas evoluciones se denuncia insistentemente un enigma erótico" (1967, p. 7).
Entre 1952 y 1954 se da un proceso de ruptura hacia la abstracción geométrica, que lo llevará a la realización de murales en arquitecturas con las ideas integracionistas de la época. La madurez que logra el artista en esta tendencia se hace evidente en la muestra que presenta en 1956 en el MBA, calificada como una de las más significativas dentro de este movimiento en nuestro país. Sin embargo, en los últimos años de esta década Manaure emprende una búsqueda que se acerca más a los impulsos internos y se aleja de las construcciones racionales teniendo como prioridad la exploración de la materia y el color, adentrándose así en los senderos de una abstracción lírica, influencia del Movimiento Expresionista que tuvo lugar por esos años en Caracas y que mostró un creciente interés por la materia pictórica en un orden no racional. Esta subjetivización en el lenguaje condujo al artista a una nueva búsqueda.
En 1962 retorna a la figuración ejecutando paisajes imaginarios, visiones de cerros y ranchos de atmósferas nocturnas y misteriosas, realizados con gran economía de medios y en formatos pequeños. En 1965 desarrolla una etapa de tono fantástico y surrealista. Su búsqueda en el arte de los objetos y ensamblaje de los mismos lo acercan al mundo mágico de Mario Abreu. En este mismo discurso de imágenes disociadas, recurre a la técnica del collage combinando pinturas y fotografías. Bajo el título de Pinturas Sobremontaje logra efectos visuales al contraponer ambas técnicas en un mismo espacio para crear combinaciones oníricas.
En 1967 realiza la serie titulada Los Suelos de mi Tierra, en la cual explora el espacio bidimensional creando planos imaginarios y atmósferas enrarecidas. La desaparición de formas y figuras señalan una depuración del lenguaje que da paso a un paisaje de introspección psíquica. Tras haber alcanzado esta síntesis en el lenguaje pictórico, retoma la abstracción geométrica ahora con un sentido constructivista.
Hacia 1970 realiza sus Cuvisiones, en las que la figura del cubo se convierte en eje del discurso y donde la línea, el color y la forma se combinan para crear construcciones de índole racional y matemático generando efectos retinianos en la percepción del espectador. Los contrastes entre forma y espacio crean un dinamismo que lo vinculan con el Arte Óptico. Alfredo Boulton señaló que "esta etapa es el paso precedente para el empleo de su nueva forma lineal. El cubo de las 'cuvisiones' busca su estructura física y se vuelve un objeto de madera, el que a su vez, con esa increíble imaginación del artista, se vuelve pantalla, taco, muro, separación de luz, y al mismo tiempo, y es ésta acaso su mayor importancia, se vuelve prisma que recoge en su espacio de vidrio todo el ambiente cromático y de formas que lo rodean y de pronto entra a vibrar como un nuevo organismo que cobra presencia humana" (1969, p. 4). Por esta misma vía de la abstracción Manaure desarrolla una nueva propuesta que en 1977 presenta bajo el título de Columnas Policromadas, composiciones escultóricas de carácter serial y programado, basadas en elementos repetitivos, como la línea y el color dispuestos a manera de franjas que abarcan casi la totalidad de plano, creando así un ritmo de armonías cromáticas y lineales que propicia efectos retinianos. Una de estas obras, de 20 metros y 5 murales, se encuentran actualmente en la Plaza La Concordia de Caracas. Sin embargo, en su intento por encontrar un lenguaje que exprese las fuentes de nuestra identidad, Manaure retoma nuevamente la figuración en 1981 con Mirar a América, imágenes inspiradas en los ídolos locales tomando como referencia las figuras prehispánicas de Barrancas del Orinoco mediante líneas, colores y formas primarias. Ese mismo año elabora Letanías para los tristes y pesimistas, de tono caricaturesco y fuerte crítica política y social.
En 1989 recurre nuevamente a la técnica del collage construyendo fotomontajes donde lo real y lo ilusorio develan los signos de nuestra contemporaneidad. Lo poético, lo sarcástico, lo erótico y lo místico denuncian los extravíos de una sociedad en descomposición. Este mismo año, realiza la serie Orinoquia como homenaje al pueblo de origen, un retorno a las atmósferas de color difusas que sugieren paisajes imaginarios en torno al río. En este mismo sentido y vinculado a su lugar de origen, Uracoa, Manaure profundiza en la temática de la identidad al buscar en los remotos orígenes de nuestra etnia un acercamiento a lo ancestral y lo autóctono. Tras largos años de vivencia a las orillas del río Uracoa y el Delta del Orinoco, pinta en 1992 la serie Ofrenda a mi Raza en cuyas composiciones se delinea una figura esquematizada que evoca símbolos metamorfoseados de épocas remotas. En 1994 regresa a la abstracción geométrica desarrollando así una propuesta renovada y más amplia que expone en 1996 con el título de Saludo al Tercer Milenio: construcciones, cúpulas cromáticas y cubos que revelan un magistral dominio del espacio mediante la utilización de construcciones geométricas, líneas y colores. La Fundación Galería de Arte Nacional (FGAN) posee en su colección varias obras de Manaure pertenecientes a sus distintos períodos: Retrato de la Señora Palacios (1949), La Selva, Suelos de mi Tierra (1967), Cuvisiones (1970) y Columna Policromada (1976).

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